Al oir la palabra EXPEDICIÓN...mi cuerpo experimentó fuerte sensación; al oir la palabra EXCURSIÓN, mi mente sintió enorme deseo de estar, ser e ir; al oir la palabra AVENTURA se erizó mi piel como una verdadera travesura que tiene algo de sueño y realidad; al oir la palabra IMAGINACIÓN, ¡nací, crecí y vivi! Y al oir la palabra travesía, conjugada con viaje, recreo y soltura, dije: por nada me la pierdo.
Eso pasó con la lectura de los interesantes y siempre novedosos cuentos y narrativas de Julio Verne, es el caso de un viaje entre las profundidades del océano, en una embarcación rara, que parecía un "moustrou" que herido por un arponazo que le aplicó el investigador, les dejó a los expedicionarios la gran fortuna de aventurarse en un submarino jamás visto, jamás pensado, jamás usado. El viaje que realizan los intrépidos, lo realicé yo, el gusto por aventurarse en una hazaña incierta y hasta peligrosa, sería la mejor noche de traslado en la mente y el recorrido más fantasmagórico que jamás pude imaginar.
Ahí vamos tras el "mostruo" y Nemo, nos daría como su nombre en latín (nadie), la más suculenta de las jornadas enmedio de un paraíso acuático de grandes dimensiones. Esa palabra "EXPEDICIÓN" la oí del maestro, que en su afán de explicar "Los polos" narró la de Scott y Admusen, quienes en competencia ¡llegaron con sus perros y piolets hasta los polos...! Siempre quise ir, no dejaré de pensar en ir, quiero ser expedicionario, como esos ingleses que se atrevieron a surcar en los vendavales del norte y del sur, como los tiburones que sorteaban al "mostruo" de Verne, mi autor predilecto, quien me llevó a la gran aventura a la submarina expedición y al paraíso de la imaginación, a navegar y admirar todo lo que el mundo nos tiene reservado, algun dia, pronto tal vez, me lleve a mis nietos a recorrer, investigar y profundizar en la excursión de la vida que nos depara como Alicia, un país de maravillas.
(León Ignacio Ruiz Ponce, Invierno del 2015)